La Paz, un don tan profundamente amado por los pueblos; un don que nace del interior de cada uno para irradiarse en la paz con los demás.
Pidamos a Dios Nuestro que acaba de nacer, que nace ahora en nuestro interior nuevamente renovándonos cada año, buscar en El esa Paz que sólo se obtiene en unión de nuestra alma con su amado: Nuestro Señor.