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18 de junio
Santa Marina de Milazzo
anacoreta



"Protectora de quienes se someten a las reglas monásticas"


Es muy abundante la documentación existente sobre esta santa, venerada por la Iglesia Universal, tanto en Oriente como en Occidente. De ella se cuenta que habiéndose quedado viudo un hombre muy piadoso llamado Eugenio, decidió retirarse el resto de su vida en un monasterio situado en Siria, pero para eso tenía que separarse de su hija Marina, cosa que ninguno de los dos querían por lo que decidieron que ambos entrarían en el mismo monasterio aunque Marina se hiciese pasar por hombre, para lo cual se cortó el cabello y se tapó con una capucha. 


Así, Marina se convirtió en Marino.Relativamente pronto murió el padre que se llevó el secreto a la tumba a fin de que su hija continuase en el monasterio llevando la vida habitual de un monje pero distinguiéndose por su profunda piedad.Todo marchó bastante bien hasta que un día el abad decidió enviarla con otros monjes para realizar algunas labores en un lugar bastante alejado del monasterio. Los monjes tuvieron que pasar la noche en una posada, donde por casualidad, una hija del dueño del lugar se dejó seducir por un soldado. La muchacha quedó embarazada pero no denunció al soldado y ambos, acusaron a Marina-Marino de que había sido ella. El dueño de la posada en la que habían pasado la noche los monjes comunicó este hecho al abad del monasterio, acusando a Marina-Marino de haber dejado preñada a su hija.Como Marina, aunque era inocente, no se disculpó fue expulsada del monasterio y cuando llegó la hora del parto, le confiaron al niño al que pusieron el nombre de Fortunato, niño que ella crió como buenamente pudo. Se mantuvo cercana al monasterio llorando continuamente por un pecado que no había cometido y viendo el abad el “arrepentimiento” de Marina, al cabo de tres años le permitió entrar nuevamente en el monasterio donde, como había hecho antes, se dedicó a observar escrupulosamente las normas monásticas.Poco tiempo después, Marina murió y en el momento de amortajarla los monjes descubrieron que se trataba de una mujer y quedaron estupefactos al ver que ella había asumido un pecado que no había cometido, que todo era fruto de una difamación y que la verdadera víctima era ella que había aceptado con resignación las consecuencias de dicha calumnia. Los monjes la sepultaron en el monasterio; posteriormente, su cuerpo fue trasladado a Rumanía.