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10 de Mayo
San Juan de Ávila
presbítero y doctor de la Iglesia
misionero y director de almas
1499-1569



"Patrono del Clero Secular de España"
   "para guiar a las almas en su camino a Dios"


San Juan de Ávila tuvo el privilegio de ser amigo y consejero de seis santos: San Ignacio de Loyola, Santa Teresa, San Juan de Dios, San Francisco de Borja, San Pedro de Alcántara y Fray Luis de Granada. 


Es la figura más importante del clero secular español del siglo 16. Juan de Ávila, nació en Almodóvar del Campo, en Castilla la Nueva. Estudió filosofía y teología en la Universidad de Alcalá. Fue considerado como uno de los más influyentes y elocuentes jefes religiosos de la España del siglo XVI. Fue amigo de San Ignacio de Loyola y consejero espiritual de Santa Teresa, además de San Francisco de Borja. Ordenado ya como sacerdote mostró tal elocuencia, que el Arzobispo de Sevilla le pidió que se dedicara a la evangelización en su país. Trabajó durante 9 años en las misiones de Andalucía. El Santo, fue acusado ante la Santa Inquisición de Sevilla por predicar el rigorismo y la exclusión de los ricos del Reino de los Cielos. Luego de ser liberado, se dedicó a misionar en todas las regiones de España, principalmente en las ciudades. Vio la necesidad de fundar la Congregación de los Operarios para transmitir la Palabra de Dios. Así se lo dictaba su conciencia y, además, estaba al tanto del Concilio de Trento. Este se inclinaba en lo pastoral por fortalecer el espíritu sacerdotal mediante la dedicación al Sacramento de la Penitencia y a la Palabra de Dios.
Fundó colegios en los que los chicos pudiesen aprender humanidades y ciencia al mismo tiempo que aprendían los cimientos de la vida cristiana.
Ayudó mucho a san Juan de Dios para dedicarse plenamente a los pobres. Era un trabajador incansable. Dios le daba coraje y fuerzas para todo.
Los más famosos de sus escritos son sus cartas y el tratado: "Audi Filia". Desde 1511 Juan de Ávila se sintió enfermo. Gastado en un ministerio duro, sintió fuertes molestias que le obligaron a residir definitivamente en Montilla desde 1554 hasta su muerte.


La cueva donde se retiraba a orar San Juan de Ávila


Oración al Cristo Crucificado
de San Juan de Ávila


No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque cuanto espero no esperara,
   lo mismo que te quiero te quisiera.