El 21 de septiembre se conmemora el día mundial del Alzheimer, fecha elegida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Internacional de Alzheimer.
El Alzheimer es una enfermedad progresiva e irreversible que ataca al cerebro y lentamente afecta la memoria, la identidad y la conducta. No es parte del envejecimiento normal y se caracteriza, en su forma típica, por una pérdida progresiva de la memoria y de otras capacidades mentales, a medida que las células nerviosas (neuronas) mueren y diferentes zonas del cerebro se atrofian. La duración de la enfermedad suele variar mucho de un paciente a otro. Aún no existe cura para la enfermedad. Sin embargo, la combinación de fármacos adecuados, terapia ocupacional y estimulación cognitiva puede retrasar la progresión de los síntomas.
En 1907 el médico neurólogo alemán Aloís Alzheimer presentó la sintomatología de su paciente, quien sufría de graves problemas de memoria y otras neuropatías. Sus reflexiones lo llevaron a postular: “La enfermedad comienza insidiosa, con debilidad, dolores de cabeza, vértigos, e insomnio suave. Irritabilidad y pérdida severa de memoria. Los pacientes se quejan amargamente de sus síntomas. La enfermedad se asocia ocasionalmente a un ataque apoplégico repentino seguido por hemiplejia. La pérdida progresiva de memoria y de la mente aparece más adelante, con los cambios repentinos del humor, fluctuando entre la euforia suave y el hypchondriasis exagerado; la enfermedad conduce al estupor y al comportamiento infantil. Las características se diferencian de pacientes con parálisis general, por un patrón organizado del comportamiento y por la capacidad general del razonamiento”