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2020/06/27






27 de Junio 2019
Aparición Reliquias Cripta de
 La Transfiguración 
Pablo de Tebas o Pablo el egipcio 
Primer Ermitaño
228- +342
Tebaida, Antiguo Egipto
 
 
 
"Hechos de los Mariavitas de los Últimos Tiempos"
Obra de Amor VMRF

“El que reza por la salvación del mundo”

“Santo de la Cripta de la Transfiguración, y de toda La Obra de la VMRF nacida en La Casa.”

Hechos de los Mariavitas VMRF de los Últimos Tiempos. En la Casa Peru 840, CABA, Argentina en el año 1985 fue Bendecida la Cripta de la Transfiguración por el sacerdote Ortodoxo Jaques Gottman, de nacionalidad francesa, quien concurrió con su esposa Clara Cortázar, música. Ellos fueron los fundadores de la Iglesia Católica Ortodoxa de Argentina, dependiente del Patriarcado de Rumania, Llevaron como obsequio reliquias de los huesos del Santo, pues no puede haber Iglesia sin huesos de santos. Estos huesos de modo inexplicable desaparecieron, percatándonos del hecho circa 1989, en ocasión de la mudanza al Sur para la Fundación de EL DESCANSO DEL CIELO.  El 27 de junio de 2019, +MEM om VMRF, reubicando el altar de la Cripta en la Iglesia del Padre de los Cielos, abrió El Cajón habían "aparecido". Testigo del hecho, la hermana Subdiácono Gabriela Anahi Gimenez. El Arzobispo de la Iglesia, Monseñor Páleka aclaró que eran las Reliquias de San Pablo El Ermitaño. Buscando sus datos vemos que este santo es el que reza por la salvación del mundo. Y, la Obra de la Virgen Maria Reina de las Flores Madre Nuestra y de los Alquimicos San Cristóbal, llevan la inscripción  “¡para la salvación del mundo!”

Este Santo, venerado en la Iglesia católica y en la Iglesia copta como, es considerado por la tradición cristiana como el primer ermitaño que existió. Su memoria litúrgica se celebra el 15 de enero. Su vida fue escrita por el gran sabio San Jerónimo, en el año 400.

Nació hacia el año 228, en Tebaida, una región que queda junto al río Nilo en Egipto y que tenía por capital a la ciudad de Tebas, a los 14 años quedó huérfano. Era bondadoso, piadoso y muy creyente...

En el año 250 estalló la persecución de Decio contra los cristianos para hacerlos renegar de su religión. Entonces Pablo huyó al desierto. Allá encontró unas cavernas donde varios siglos atrás los esclavos de la reina Cleopatra fabricaban monedas. Escogió por vivienda una de esas cuevas, cerca de la cual había una fuente de agua y una palmera. Las hojas de la palmera le proporcionaban vestido. Sus dátiles le servían de alimento. Y la fuente de agua le calmaba la sed.

Se dio cuenta de que en la soledad del desierto podía hablar tranquilamente a Dios y escuchar los mensajes que Él le enviaba desde el cielo, así que decidió quedarse.

Se propuso ayudar al mundo no con negocios y palabras, sino con penitencias y oración por la conversión de los pecadores.

Dice San Jerónimo que cuando la palmera no tenía dátiles, cada día venía un cuervo y le traía medio pan, y con eso vivía.

Después de pasar allí en el desierto orando, ayunando, meditando, por más de setenta años seguidos, ya creía que moriría sin volver a ver rostro humano alguno, y sin ser conocido por nadie, cuando Dios dispuso cumplir aquella palabra que dijo Cristo: "Todo el que se humilla será engrandecido" y sucedió que en aquel desierto había otro ermitaño haciendo penitencia. Era San Antonio Abad. Y una vez a este santo le vino la tentación de creer que él era el ermitaño más antiguo que había en el mundo, y una noche oyó en sueños que le decían: "Hay otro penitente más antiguo que tú. Emprende el viaje y lo lograrás encontrar". Antonio, después de caminar horas y horas llegó a la puerta de la cueva donde vivía Pablo. Este al oír ruido afuera creyó que era una fiera que se acercaba, y tapó la entrada con una piedra. Antonio llamó por muy largo rato suplicándole que moviera la piedra para poder saludarlo.

Al fin Pablo salió y los dos santos, sin haberse visto antes nunca, se saludaron cada uno por su respectivo nombre. Luego se arrodillaron y dieron gracias a Dios. Y en ese momento llegó el cuervo trayendo un pan entero. Entonces Pablo exclamó: "Mira cómo es Dios de bueno. Cada día me manda medio pan, pero como hoy has venido tú, el Señor me envía un pan entero."

Se pusieron a discutir quién debía partir el pan, porque este honor le correspondía al más digno. Y cada uno se creía más indigno que el otro. Al fin decidieron que lo partirían tirando cada uno de un extremo del pan. Después bajaron a la fuente y bebieron agua cristalina. Era todo el alimento que tomaban en 24 horas. Medio pan y un poco de agua. Y después de charlar de cosas espirituales, pasaron toda la noche en oración.

A la mañana siguiente Pablo anunció a Antonio que sentía que se iba a morir y le dijo: "Vete a tu monasterio y me traes el manto que San Atanasio, el gran obispo, te regaló. Quiero que me amortajen con ese manto". San Antonio se admiró de que Pablo supiera que San Atanasio le había regalado ese manto, y se fue a traerlo. Pero temía que al volver lo pudiera encontrar muerto.

Cuando ya venía de vuelta, contempló en una visión que el alma de Pablo subía al cielo rodeado de apóstoles y de ángeles. Y exclamó: "Pablo, Pablo, ¿por qué te fuiste sin decirme adiós?". (Después Antonio dirá a sus monjes: "Yo soy un pobre pecador, pero en el desierto conocí a uno que era tan santo como Juan Bautista: era Pablo el ermitaño").

Cuando llegó a la cueva encontró el cadáver del santo, arrodillado, con los ojos mirando al cielo y los brazos en cruz. Parecía que estuviera rezando, pero al no oírle ni siquiera respirar, se acercó y vio que estaba muerto. Murió en la ocupación a la cual había dedicado la mayor parte de las horas de su vida: orar al Señor.

Antonio se preguntaba cómo haría para cavar una sepultura allí, si no tenía herramientas. Pero de pronto oyó que se acercaban dos leones, como con muestras de tristeza y respeto, y ellos, con sus garras cavaron una tumba entre la arena y se fueron. Y allí depositó San Antonio el cadáver de su amigo Pablo.

San Pablo murió el año 342 cuando tenía 113 años de edad y cuando llevaba 90 años orando y haciendo penitencia en el desierto por la salvación del mundo. Se le llama el primer ermitaño, por haber sido el primero que se fue a un desierto a vivir totalmente retirado del mundo, dedicado a la oración y a la meditación.

San Antonio conservó siempre con enorme respeto la vestidura de San Pablo hecha de hojas de palmera, y él mismo se revestía con ella en las grandes festividades.

San Jerónimo decía: "Si el Señor me pusiera a escoger, yo preferiría la pobre túnica de hojas de palmera con la cual se cubría Pablo el ermitaño, porque él era un santo, y no el lujoso manto con el cual se visten los reyes tan llenos de orgullo".



Su culto y la Orden húngara en su honor
En la iconografía cristiana se le representa a menudo junto a Antonio Abad, con el cuervo, los dos leones y su túnica hecha de hojas de palmera. En este santo católico se inspira la Orden de San Pablo Primer Eremita (monjes paulinos), fundada en Hungría en el siglo XIII por el beato Eusebio de Esztergom. Posteriormente durante el reinado de Luis I de Hungría el relicario de su cuerpo fue llevado clandestinamente desde Venecia al reino magiar, donde se les rindió culto primero en la capilla real del palacio de la ciudad de Buda a partir de del 4 de octubre de 1381, y posteriormente el 14 de noviembre fue llevada al monasterio de la orden Paulina de Budaszentlőric, el cual se convirtió en el centro de muchos peregrinos húngaros y extranjeros que acudían a honrar al santo (se sabe por registros posteriores que en 1426 fue en preregrinación el caballero Rainaldo degli de Albizz, y Pierre Choqué). En esta época el relicario de la cabeza de San Pablo aún se hallaba en el castillo de Karlstein en Bohemia, hasta que en 1523 los checos se la entregaron al rey Luis II de Hungría, y el 23 de mayo se unieron por vez primera después de muchos siglos los dos relicarios del cuerpo y cabeza. Luego de la invasión turca otomana de 1521 pocas reliquias de santos lograron ser salvadas y llevadas a sitios seguros. Se desconoce el paradero exacto de los restos de San Pablo y se presume que fueron destruidos.