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2019/10/15




15 de octubre 
Maryam Sūltanah Danil Ghaţţas
Marie-Alphonsine Ghattas
"Fundadora"

4 de octubre de 1843
 Jerusalén, Palestina otomana
+25 de marzo de 1927 (83 años)
 Ein Karem, Mandato británico de Palestina



Beatificación
22 de noviembre de 2009 por Angelo Cardenal Amato
Canonización
17 de mayo de 2015 por el papa Francisco
Órdenes
Hermanas del Santo Rosario de Jerusalén
Atributos
Hábito de monja
Rosario


El 15 de octubre de 1994, el papa Juan Pablo II proclamó las virtudes heroicas de Marie-Alphonsine, y el 22 de noviembre de 2009 fue beatificada en Nazaret: «El mérito le viene -dijo el Santo Padre- de haber fundado una congregación formada exclusivamente por mujeres del lugar, con el objetivo de la educación religiosa, la superación del analfabetismo y elevar la condición de las mujeres de ese tiempo en la tierra donde el mismo Jesús exaltó su dignidad.»





Sultanah María Ghattas nació en Jerusalén el 4 de octubre de 1843. Bautizada el 19 de noviembre de 1843, recibe el sacramento de la Confirmación de manos del primer Patriarca latino de Jerusalén, Giuseppe Valerga, después de la restauración del patriarcado, el 18 de julio de 1852. 
A la edad de 14 años, ingresa en la Congregación de San José de la Aparición como postulante y el 30 de junio de 1860 recibe el hábito como religiosa de dicha congregación, dos años más tarde, en 1862, pronuncia sus votos. En Belén, donde fue enviada, le confían la enseñanza del catecismo a las chicas jóvenes. Funda por otro lado hermandades y asociaciones para promover la devoción a Nuestra Señora a través de la oración del Rosario. 
Durante su vida, la hermana Marie-Alphonsine recibió la gracia de que la Virgen se le apareciera en varias ocasiones, en las que le reveló su deseo de que fundase una congregación del rosario. El 25 de julio de 1885, se envío a la madre Marie-Alphonsine y a  otra hermana a Iafa de Galilea. Allí, sobrevino un día un milagro: una joven de nombre Nathira cayó en un profundo depósito lleno de agua. Lo único que pudo hacer la madre Marie-Alphonsine fue a tirar al pozo su gran rosario, invocar la ayuda de la santísima Virgen y entrar en la iglesia con otras niñas a rezar el rosario. Nathira salió sana y salva, y contó que vio una gran luz y una escala en forma de rosario para ayudarla a salir del pozo.

La hermana Marie-Alphonsine atravesó momentos muy difíciles antes de conseguir en Roma, el 12 de octubre de 1880, la dispensa de su voto de obediencia a las superioras de San José y la autorización para ingresar en la nueva Congregación del Santo Rosario. Finalmente el 6 de octubre de 1883, la hermana Marie-Alphonsine recibe el hábito de la Congregación del Rosario de las manos de Mons. Pascal Appodia, Vicario patriarcal; y el 7 de marzo de 1885, con las ocho primeras hermanas, es admitida para hacer su profesión y pronunciar sus votos en el curso de una ceremonia presidida por el Patriarca Vincent Bracco.

La santa murió el 25 de marzo de 1927. En la misa de beatificación el patriarca Twal dijo que la madre Marie-Alphonsine «es una imagen preciosa, árabe y de Jerusalén, una ilustración espléndida del Evangelio de Cristo». La Congregación del Rosario, reconoció el patriarca, «fue, es y será el brazo derecho del patriarcado latino en las escuelas, parroquias e instituciones. Juntos, generación tras generación, los sacerdotes del patriarcado latino y las religiosas del Rosario han testimoniado y testimonian el Evangelio en la diócesis y en otros países árabes.» 


La experiencia del sacerdote franciscano Abuna Nirwan en Irak

Abuna Nirwan es un sacerdote franciscano originario de Irak que antes de su ordenación estudió Medicina. Destinado en Tierra Santa, en 2004 las Hermanas Dominicas del Rosario, fundadas por santa María Alphonsine Danil Ghattas (palestina canonizada en 2015), le obsequiaron una reliquia de su fundadora y un rosario utilizado por ella, que el padre Nirwan siempre lleva consigo.
Cuando en 2009 Benedicto XVI aprobó el milagro para su beatificación, se pidió desde la Santa Sede que se procediera a la exhumación del cadáver de esta monja. Habitualmente le corresponde hacerlo al obispo local, quien designa algún médico presente. Se le pidió a Abuna Nirwan que realizara la exhumación e hiciera un informe médico de la misma.

Dos años antes había tenido lugar un hecho realmente extraordinario, que relata el sacerdote Santiago Quemada en su blog 

Un sacerdote en Tierra Santa:







La historia que vamos a contar sucedió el 14 de julio de 2007. Abuna Nirwan fue a visitar a su familia en Irak. Fue con un taxi que contrató en la frontera de Siria. Lo contaba él mismo en la homilía de una misa que celebró en Bet Yalla:
En aquellos momentos no había posibilidad de ir en avión a ver a mi familia. Estaba prohibido. El medio de transporte era el automóvil. El plan era llegar a Bagdad y desde allí ir a Mosul, donde vivían mis padres.
El chófer tenía miedo por la situación que se vivía en Irak. Nos pidió una familia –padre y madre con una niña de dos años- si podían viajar con nosotros. El taxista me dijo que se lo habían preguntado y no puse ningún reparo. Eran musulmanes. El chófer era cristiano. Les dijo que había sitio en el coche y podían ir con ellos. Paramos en una gasolinera, y otro hombre joven, musulmán, nos pidió ir a Mosul. Como había sitio también fue aceptado.
La frontera entre Jordania e Irak no se abre hasta que no amanece la mañana. Cuando salió el sol se abrió la barrera y unos cincuenta o sesenta coches salieron en fila avanzando lentamente todos juntos.
Seguimos con determinación el viaje. Después de más de una hora de coche llegamos a un lugar donde había una inspección. Preparamos los pasaportes. Nos detuvimos. El chófer dijo: “Tengo miedo de ese grupo”. Antes era un check point militar, pero los de una organización terrorista islámica mataron a los militares y se hicieron con el control del lugar.
Cuando llegamos nos pidieron los pasaportes, y no nos hicieron bajar del coche. Se llevaron los pasaportes a la oficina. Volvió la persona, se dirigió a mí y me dijo: “Padre, vamos a seguir con la investigación. Pueden dirigirse hasta la oficina que hay más allá. Después ya es desierto”. “Muy bien”, respondí, “si tenemos que ir, iremos”. Caminamos un cuarto de hora hasta llegar a la cabaña que nos indicaban.
Cuando llegamos a la cabaña salieron dos hombres con la cara cubierta. Uno llevaba una cámara en una mano y un cuchillo en la otra. El otro tenía barba y llevaba el Corán. Se acercaron a donde estábamos y uno de ellos me preguntó: “Padre, ¿de dónde viene?” Dije que de Jordania. Después le preguntó al chofer.
Luego fue al chico joven que venía con nosotros, le agarró por detrás con los brazos y lo mató con el cuchillo. Me ataron las manos a la espalda. Después me dijo: “Padre, estamos grabando esto para Al Yazira. ¿Quiere decir algunas palabras? Por favor, no más de un minuto”. Yo dije: “No, solo quiero rezar”. Me dejaron un minuto para rezar.
Después me empujó desde el hombro hacia abajo hasta que me arrodillé, y dijo: “Tú eres clérigo, y está prohibido que tu sangre caiga al suelo porque sería un sacrilegio”. Así que fue a coger un cubo, y volvió con él para degollarme.
No se qué recé en ese momento. Sentí mucho miedo, y le dije a María Alphonsine: “No debe ser por casualidad que te lleve conmigo. Si es menester que el Señor me lleve joven estoy listo, pero si no, te pido que nadie más muera”.
Cogió mi cabeza con su mano, me sujetó el hombro con fuerza, y levantó el cuchillo. Unos momentos de silencio, y de repente dijo: “¿Quién eres tú?” Yo contesté: “Un monje”. Y contestó: “¿Y por qué no puedo bajar el cuchillo? ¿Quién eres?“. Y ya, sin dejarme contestar, me dijo: “Padre, tú y todos volved al coche”. Nos fuimos hasta el donde estaba el vehículo.
“Desde ese momento he dejado de tener miedo a la muerte. Sé que algún día moriré, pero ahora tengo más claro que será solo cuando Dios quiera. Desde entonces no tengo miedo a nada ni a nadie. Lo que me suceda será porque es voluntad de Dios, y Él me dará la fuerza para acoger su Cruz. Lo importante es tener fe. Dios cuida a los que creen en Él”