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2018/06/06


6 de Junio
María Antonia de Paz y Figueroa
fundadora
1730-1799




"Para pedir la asistencia de la mano de Dios en las necesidades"


Mamá Antula ,tal cual la denominaban los pobres e indios a quienes ella les sirvió, es una expresión donde el castellano y el quichua se fusionan para reconocer en esta mujer sus actitudes maternales,

"Mamá Antonia", Madre Antonia. La Mama Antula, nació en Santiago del Estero, en el año 1730. Era nieta de un ilustre personaje y su familia gozaba de una muy buena posición económica y social. De joven se alejo de los honores y riquezas para servir a Dios. A los 15 años se puso bajo la dirección de los padres de la Compañía de Jesús, con los que colaboró en sus múltiples tareas, especialmente, en los Ejercicios Espirituales. Lo hizo con tanto entusiasmo que aprendió su temática y metodología y al ser expulsados los jesuitas, llamada por una voz interior, se animó a ser su heredera. Tenía 36 años y se consideraba Hija espiritual de la Compañía de Jesús.
Su misión fue llevar a Dios hasta donde no fuese conocido. Así recorrió varias provincias desde Jujuy hasta Córdoba y San Luis. Después viajo a Buenos Aires a pie desde Santiago del Estero, llevando una cruz de madera en las manos, y sin más recursos que la providencia.
Entró en Buenos Aires en 1779. Se refugió en la Iglesia de la Piedad. Durante 20 años se dedicó a hacer conocer a Cristo a través de los Ejercicios Espirituales ( hoy llamados Retiros Ignacianos). Con inmenso amor instruyó a los pobres, a los indios, a los negros y a la gente de campo, protegió a las jóvenes desamparadas, visitó a los presos, auxilió a los enfermos y necesitados, convirtió a los pecadores, albergó y educó a las mujeres de la calle, sin más recursos que la mano de Dios que la asistía en todo momento.
En 1795 fundó una Casa de Ejercicios en la ciudad de Buenos Aires, e innumerables personas le debieron su salvación. El Señor le dio el don de hacer milagros en su vida. Multiplicó los panes y comida, obtuvo auxilios milagrosos y extraordinarios, sanó a un loco y restituyó la vida a un albañil. Apareció a la media noche a personas necesitadas para librarlas de peligros.
Falleció del 7 de marzo de 1799, en Buenos Aires dejando un notable testamento. Cuando la Madre Antula muere, un hecho asombroso acontece, expirando ella en ese mismo instante, toda la celda se ve invadida por un aroma a rosas y violetas las cuales no había en toda la casa y de su cuerpo se elevó hacia el cielo una extraña esfera dorada la cual era de gran hermosura y lejos de asustar a los que ahí se encontraban, fueron invadidos por una paz y sosiego que jamás volvieron a experimentar en vida.
Y dejaron por escrito el prodigioso hecho, todos los que ahí se encontraban. Los cuales eran todos respetables y conocidos residentes de la ciudad.