Santa Gema Galgani
1878-1903
Nació en 1878 en Camigliano, un pequeño pueblo de la provincia de Lucca (Italia), en el seno de una
familia era de condición modesta: el padre farmacéutico y la madre ama de casa. Gema tuvo una infancia normal, asistió a la escuela pública de Lucca, donde la familia se había mudado, y tenía muchos amigos. Pero aquella normalidad fue destrozada por pruebas durísimas. En 1886 su madre murió, con solo 39 años, en 1894 su hermano Gino que era seminarista, con 18 años, y en 1897 su padre. A estas muertes siguieron un colapso económico de la familia, pues como resultado de la generosidad del padre, de la falta de escrúpulos de sus contactos en negocios y de sus acreedores, sus hijos se quedaron sin nada, y no tenían siquiera los medios para mantenerse.
familia era de condición modesta: el padre farmacéutico y la madre ama de casa. Gema tuvo una infancia normal, asistió a la escuela pública de Lucca, donde la familia se había mudado, y tenía muchos amigos. Pero aquella normalidad fue destrozada por pruebas durísimas. En 1886 su madre murió, con solo 39 años, en 1894 su hermano Gino que era seminarista, con 18 años, y en 1897 su padre. A estas muertes siguieron un colapso económico de la familia, pues como resultado de la generosidad del padre, de la falta de escrúpulos de sus contactos en negocios y de sus acreedores, sus hijos se quedaron sin nada, y no tenían siquiera los medios para mantenerse.
Para Gema comenzaron también por aquella época una serie de enfermedades, algunas de ellas graves. Gema pronto comenzó a enfermar. Se le desarrolló una curvatura en la columna vertebral y le dio también una meningitis dejándola con una pérdida de oído temporal. Largos abscesos se le formaron en la cabeza, el pelo se le cayó, y finalmente las extremidades se le paralizaron. Un doctor fue llamado y trató muchos remedios, los cuales fallaron y ella sólo se puso peor. Gema comenzó entonces su devoción al entonces Venerable Gabriel de la Dolorosa, joven pasionista popularísimo en Italia, hoy canonizado. Además, en el invierno de 1898, fue curada milagrosamente por intercesión de Santa Margarita María de Alacoque de otra de las enfermedades.
Estas pruebas permitieron a Gema hacer grandes progresos en la vida espiritual. Siempre había tenido facilidad para la vida de piedad y había llegado a tener una gran familiaridad con Jesús, ya en la escuela llenaba sus cuadernos con pensamientos espirituales y oraciones. Y así, creciendo progresivamente en la vida espiritual, recibió extraordinarios dones místicos: sentía claramente junto a sí la presencia del ángel de la guarda y hablaba con Jesús y María.
Hasta que le fue concedido el don de los estigmas. Ella narra el acontecimiento: “Estábamos en la tarde del 8 de junio de 1899, cuando, de repente, siento un dolor interno por mis pecados… Jesús se apareció, tenía todas las heridas abiertas, pero de aquellas heridas ya no salía sangre, salían como unas llamas de fuego, que tocaron mis manos, mis pies, mi corazón. Me sentía morir...”. Las heridas profundas en las manos, los pies y el costado se reabrían todos los jueves a las 8 de la tarde y los viernes a las 3, y este raro fenómeno venía acompañado por éxtasis. Para disimular las llagas usaba guantes.
Rechazada para la vida religiosa por su salud débil y la sospecha de desequilibrio mental, en el mismo año 1899, la joven conoció a los Pasionistas y fueron estos religiosos los que le buscaron una familia que la cuidase, por su precaria situación económica. Los buenos esposos Giannini, que hospedaban a los Pasionistas cuando iban a Lucca, quisieron acoger a Gema en su casa, para salvarla de una vida de miseria, y la trataron como a una hija. La madre de la familia, Cecilia, la puso en contacto con un gran director espiritual Pasionista, el P. Germano de San Estanislao, que a partir de entonces la guiará con gran sabiduría. Con los Giannini Gema llevó una vida retirada de la casa a la iglesia, obediente a las directrices del director espiritual, el sacerdote Pasionista P Germano.
Mientras tanto, la enfermedad que había sufrido en la adolescencia se volvió a manifestar en 1902, haciéndola sufrir mucho. Con buena salud desde su cura milagrosa, se ofreció a Dios como víctima por la salvación de las almas y cayó peligrosamente enferma. No podía pasar ningún alimento. Aunque recobró brevemente la salud, rápidamente volvió a caer enferma y el 21 de septiembre de 1902, comenzó a vomitar pura sangre que venía de los espasmos violentos de amor de su corazón. Mientras tanto, pasaba por un martirio espiritual que ella experimentaba como aridez y desconsuelo en sus ejercicios espirituales
Gema hablaba con su ángel de la guarda y le encargaba tareas delicadas, como la de hacer llegar a Roma la correspondencia de algunos de sus directores espirituales. Sobre esta curiosa tarea, escribió: “En cuanto termino la carta, se la doy al ángel. Está junto a mí, esperando”. Y curiosamente las cartas llegaban a su destino sin pasar por el servicio de correos. Además, Gema predecía acontecimientos futuros, caía en éxtasis, sudaba sangre, y muchos que acudían a ella simplemente por curiosidad, salían convencidos y a veces convertidos
Sin duda un aspecto especialmente misterioso de la vida de Gema Galgani fue su lucha contra el demonio.La misma Gema lo describió en una carta enviada a su confesor, el P. Germano: “El demonio me hostiga, me hace todo tipo de cosas. No duerme. A saber las tentaciones que tendré que aguantar todavía… y qué pasará cuando muera y tenga que ser juzgada…” Un sacerdote que la conocía le regaló una reliquia de la Santa Cruz y desde entonces quedó libre de estas posesiones.
Un auténtico calvario permitido por el Señor para que pudiese conformarse más a Él a través de la humillación, la soledad, la incomprensión y el despojo de sí. Pocos instantes antes de morir, Gema pronunció estas palabras: “Ya no pido nada, he sacrificado a Dios todo y todos” y dos lágrimas le cayeron de los ojos. El 11 de abril de 1903, víspera de la fiesta de Pascua, acabó su calvario.
