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2018/04/29


San Pedro de Verona
presbítero y mártir
1205 - 1252



"Patrono de Gran Canaria, de las parturientas, protector del crecimiento de los cultivos"
"Contra los dolores de cabeza, los relámpagos, truenos y tormentas"

Pedro nació en Verona, de una familia de cátaros, quizá relacionados con el gibelinismo veronés.

Estudió en una escuela católica en Lombardía, por entonces uno de los centros de la herejía, lo que marcó su educación. Tras estudiar en la universidad de Bolonia, ingresó en la Orden de predicadores (dominicos) de la mano de su fundador, santo Domingo de Guzmán, en 1221.
Inició una actividad apostólica intensa: predicó en el norte de Italia (Milán y Venecia) entre 1232 y 1234. Fue prior en Asti y Piacenza. En Milán fundó el monasterio dominico de San Pedro del Camposanto.
Luchando contra las creencias cátaras, se consagró a la formación cristiana de laicos, a la difusión del culto a la Virgen y a la creación de instituciones para la defensa de la ortodoxia católica.
En Florencia trabó nuevas amistades con los después también canonizados Alexis de Falconieri y los otros seis fundadores de la Orden de Siervos de María, los llamados servitas, siendo su consejero.
En 1251 gracias a sus numerosas virtudes, a ser un gran orador y predicador, a su gran conocimiento de la Biblia y a su severidad en su forma de vida, el papa Inocencio IV lo nombró Inquisidor de Lombardía y prior en Como. Desde que sus superiores lo nombraron en su cargo, evangelizó por toda Italia, predicando en Roma, Florencia, Bolonia, Génova y Como. La gente acudía a verlo y lo seguía, siendo las conversiones numerosas. Habitualmente arremetía contra los católicos de palabra y no de actos.
Murió asesinado el 6 de abril de 1252, el sábado de Pascua, al atravesar el bosque de Barlassina, en las proximidades de Séveso, cuando volvía de Como a Milán. Tenía 47 años. Su asesino, un tal Pietro da Balsamo, llamado también Carino, le dio un golpe de podadera en la nuca y una puñalada en el pecho. El crimen habría sido urdido por el obispo hereje Daniele da Giussano y algunos señores milaneses, entre ellos Stefano Confalonieri. El asesino entró posteriormente en la orden de los dominicos por los remordimientos que le produjo este acto.