31 de diciembre
San Hermes
mártir exorcista
VMRF
Icono ortodoxo rumano del Santo,
pintado por las religiosas del monasterio Deaconesti (Rumanía)
"Custodio de la Luz,
De todas las criaturas de la
Naturaleza"
"El Santo mártir Hermes era un exorcista que servía a la iglesia de Ratiaria (hoy, la aldea búlgara de Arcer, a 28 km de Vidin), y sufrió muerte martirial por decapitación en Bononia (la actual Vidin), el día 31 de diciembre, como consta en el Martirologio Romano.
Un martirologio siríaco del siglo IV lo ubica un día antes, el 30. Probablemente, junto con él sufrieron otros dos cristianos, Cayo (o Gago, Gayo) y Ageo, porque el Martirologio Jeronimiano menciona a Gago de Bononia y a Hermes de Ratiaria el 31 de diciembre y nuevamente a los dos, sin mención geográfica, el 1 de enero.
Como describe el apóstol Pablo en sus epístolas, durante los primeros siglos existieron especiales tareas en el servicio litúrgico que hoy son realizadas habitualmente por los sacerdotes. Por ejemplo, había lectores, pero también maestros, profetas... Y exorcistas, personas dotadas de poder para expulsar espíritus malignos que poseían a algunos cristianos. La existencia de los exorcistas se confirma en el séptimo canon del cuarto Concilio de Cartago (390), en el vigésimo cuarto del concilio de Laodicea (365) y en las Constituciones Apostólicas. Hoy sólo algunos sacerdotes poseen este carisma especial, que es raramente practicado. Otra función de los exorcistas, hoy presente en la práctica de cualquier sacerdote, es la lectura de las oraciones pre-bautismales, que son mantenidas hasta hoy en el ritual de la Iglesia como “los exorcismos”.
Como santo que sufrió martirio en las fronteras del Danubio, los calendarios rumanos ortodoxos de las últimas décadas mencionan a San Hermes (él solo), el mismo día que Santa Melania la Joven de Roma y San Zótico de Roma, el protector de los huérfanos.
Los exorcismos y rituales de Año Nuevo en las regiones del Danubio Inferior
La coincidencia podría ser incluso mayor en el caso de San Hermes el exorcista, celebrado el último año del calendario civil, justo en la víspera de la fiesta de San Basilio el Grande. Después de la liturgia de San Basilio, en las iglesias ortodoxas es tradición que todos los sacerdotes (no sólo los “exorcistas”) lean los “exorcismos” o las “maldiciones” de San Basilio, que son representativas como textos exorcistas en la cristiandad oriental.
En cuanto a las costumbres populares, deben mencionarse los rituales cuasi-paganos entre la fiesta de Navidad y la de San Basilio, que abordan "el exorcismo de la naturaleza". El folclore rumano mantiene hasta hoy la representación del “Herodes”, enmascarado como hombre feo, la “representación de los osos” y la “representación de la cabra”, ambos con especial atención en alejar los malos espíritus que intentan robar la luz.
Justo al día siguiente, el 1 de enero, los mismos niños que representaron el “Pluguşorul” van a cada casa y cantan el “Sorcova” (una palabra derivada del búlgaro “surov” que significa “verde fresco”). Esta vez, adornan una rama florida con papel de colores, como si fuera una rama florida acabada de coger de un árbol. Usan esta rama como varita mágica, cantando una canción sobre buenos deseos de salud y buena vida al inicio del año: los malos espíritus son, una vez más, derrotados.
Coincidencia o no, asociado con San Hermes o con San Basilio, el folclore sobre los exorcismos al final del año tiene, en cualquier caso, mucho que ver con rituales similares llevados a cabo por los antiguos griegos y romanos, pero también otros pueblos indoeuropeos como los tracios o los eslavos."
Extracto de texto de:Mitrut Popoiu