San Crispín de Viterbo
religioso
1668 -1750
Pietro Fioretti (Crispín) nació el 13 de noviembre de 1668, en Viterbo, Italia. Hijo de padres obreros.
Su madre, en su juventud, le inspira una gran devoción a la Virgen María. Cada vez que ella llevaba a su hijo a la iglesia, se detenían delante del altar de la Virgen y le decía: « He aquí tu verdadera Madre »
En su infancia, fue llevado a casa de su tío quien era zapatero. Con el poco dinero que ganaba, Crispín compraba flores para llevárselas a la Virgen.
A la edad de 25 años, veían alrededor de él a los Padres Capuchinos, tuvo el deseo de unírseles aun con su mala salud. Se integra a la Comunidad donde donde hace todas las tareas que le piden: cavar en el jardín, pedir limosna, tareas de cocinero, sanar a los enfermos, siempre en alegría y en un buen humor constantes. El hermano enfermero decía de él: « El Hermano Crispín no es un novicio, es un ángel. ».
Fue cocinero en el convento de Tolfa ; « Una cocina pobre en una cocina limpia » era su lema.
Durante 40 años, fue religioso limosnero para el convento de Orvieto; a quien pedía pan, le hablaba de Dios y de la Virgen María por la cual siempre tuvo una profunda devoción. Cabe mencionar que cuando se sometía a casos dolorosos o difíciles, respondía : « Déjenme hablar con mi Señora Madre (la mia Signora Madre), después regresa a verme... ».
Muere en Roma el 19 de mayo de 1750 dejando a sus contemporáneos el recuerdo de un santo hombre alegre, quien compartió su buen humor y testimonio de su fé sin límite ante sus hermanos, en cumplimiento de los más humildes designios.
A la edad de 25 años, veían alrededor de él a los Padres Capuchinos, tuvo el deseo de unírseles aun con su mala salud. Se integra a la Comunidad donde donde hace todas las tareas que le piden: cavar en el jardín, pedir limosna, tareas de cocinero, sanar a los enfermos, siempre en alegría y en un buen humor constantes. El hermano enfermero decía de él: « El Hermano Crispín no es un novicio, es un ángel. ».
Fue cocinero en el convento de Tolfa ; « Una cocina pobre en una cocina limpia » era su lema.
Durante 40 años, fue religioso limosnero para el convento de Orvieto; a quien pedía pan, le hablaba de Dios y de la Virgen María por la cual siempre tuvo una profunda devoción. Cabe mencionar que cuando se sometía a casos dolorosos o difíciles, respondía : « Déjenme hablar con mi Señora Madre (la mia Signora Madre), después regresa a verme... ».
Muere en Roma el 19 de mayo de 1750 dejando a sus contemporáneos el recuerdo de un santo hombre alegre, quien compartió su buen humor y testimonio de su fé sin límite ante sus hermanos, en cumplimiento de los más humildes designios.