En su pueblo natal Aire, cerca del Canal de la Mancha, creció en edad y en belleza. Se encontró con el monje Venant, un antiguo oficial de su padre que prefirió la vida de ermitaño a la suntuosa que se lleva en la corte. Gisela le pidió que fuera su director espiritual y confesor. Una vez que conoció sus virtudes y su anhelo por llegar a ser santa, le aconsejó que si podía ofrecer a Dios su virginidad.
Se sabe que murió al principio del siglo IX. Según parece, era hija de Pepino el Breve y hermana de Carlomagno.
Le costó trabajo mantener este voto. Hay varias razones para ello. Una fue cuando rechazó casarse con el emperador de Oriente Constantino Coprónimo (+775), llamado así porque después de su bautismo dejó el agua sucia.
La segunda tuvo lugar cuando rechazó al rey de lo Lombardos. Estos contaban con el apoyo de la reina Berta, su madre, y de varios obispos.
La tercera tentación a la que tuvo que hacer frente, fue al rey de Escocia.
Gisela cambiaba de rostro ante estas proposiciones. Vencida la tentación, recuperaba la belleza normal de su cara.
Pero, como hay gente mala por muchos lugares, alguien envidioso mandó que asesinaran al monje Venant, su confesor. Ella entonces abrazó la vida religiosa y construyó una abadía en la que pasó sus últimos treinta años.
Se sabe que murió al principio del siglo IX. Según parece, era hija de Pepino el Breve y hermana de Carlomagno.
Le costó trabajo mantener este voto. Hay varias razones para ello. Una fue cuando rechazó casarse con el emperador de Oriente Constantino Coprónimo (+775), llamado así porque después de su bautismo dejó el agua sucia.
La segunda tuvo lugar cuando rechazó al rey de lo Lombardos. Estos contaban con el apoyo de la reina Berta, su madre, y de varios obispos.
La tercera tentación a la que tuvo que hacer frente, fue al rey de Escocia.
Gisela cambiaba de rostro ante estas proposiciones. Vencida la tentación, recuperaba la belleza normal de su cara.
Pero, como hay gente mala por muchos lugares, alguien envidioso mandó que asesinaran al monje Venant, su confesor. Ella entonces abrazó la vida religiosa y construyó una abadía en la que pasó sus últimos treinta años.