Lo que sabemos de ella es que tuvo un hijo varón y cuatro hijas mujeres; perdió a su marido pronto, y tuvo que llevar adelante ella sola el cuidado de los hijos, a quienes formó para consagrarlos a Dios. Efectivamente, el varón, llamado Lucio, ingresó al clero, y las cuatro mujeres (cuyos nombres fueron Lucía, Perpetua, Victoria y Cándida) consagraron su virginidad a Cristo.
Tal como lo diríamos hoy, Juliana se santificó en la vida de todos los días, aunque ayudó a su fama de santidad que su tumba no estuvo excenta de milagros. Posiblemente murió en los primeros años del siglo V, a los 70 o 75 años de edad aproximadamente.
Nada es seguro de lo que se conserva del culto de santa Juliana.
