María, Madre de Dios y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón.
Un corazón que arde de Amor Divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría.
La Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús.
Y es que en María todo nos dirige a su Hijo.
Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad...
Venerar su Inmaculado Corazón significa, pues, no sólo reverenciar el corazón físico sino también su persona como fuente y fundamento de todas sus virtudes.
Veneramos expresamente su Corazón como símbolo de su Amor a Dios y a nosotros.
Oh Señor, tú que has preparado en el Corazón de la Virgen María una digna morada al Espíritu Santo, haz que nosotros, por intercesión de Madre Nuestra, lleguemos a ser templos dignos de tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo.....Amén