extracto de : «El Verdadero Objetivo de la Vida Cristiana»
CONVERSACIÓN CON MOTOVILOV
"Cuando la oración da lugar al Espíritu Santo
Estimáis, amigo de Dios, que es una gran dicha poder dialogar con el miserable Serafín, persuadido como estáis de que él no está desprovisto de gracia. ¿Qué diremos entonces de un diálogo con Dios mismo, fuente inagotable de gracias celestiales y terrenales? Por la oración nos tornamos dignos de conversar con él, que es nuestro vivificante y misericordioso Salvador. Pero es necesario orar hasta el momento en que el Espíritu Santo desciende sobre nosotros y nos otorga, en cierta medida conocida sólo por El, Su gracia celestial. Cuando El nos visita, es necesario dejar de orar.
Qué bien hace al alma implorarle: "Ven, haz Tu morada en nosotros, purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas, Tú que eres bondad" (Tropario ortodoxo recitado al principio de los oficios); y El llega, respondiendo a nuestras almas sedientas de su presencia. Os explicaré esto: supongamos que me habéis Mis invitado a vuestra casa, y que yo llego con toda la intención de conversar, pero que, pese a mi presencia, vos no cesáis de repetir: "¿Queréis entrar en mi casa?" Yo pensaría, ciertamente: "¿Qué tiene?" ¡Está demente! Estoy en su casa y él continúa invitándome." Lo mismo sucede con respecto al Espíritu Santo. Es por esto que se dijo: "Alejaos y comprended que soy Dios" (Sal. 46/45,11). Esto significa: Yo apareceré y continuaré apareciendo ante cada creyente y conversaré con él como conversé con Adán en el paraíso, con Abraham y Jacob y mis otros servidores, Moisés, Job y sus semejantes. Muchos creen que este "alejamiento" debe interpretarse como el abandono de los asuntos de este mundo, es decir que, suplicando a Dios en la plegaria, es necesario alejarse de todo lo que es terrenal. Ciertamente. Pero yo, en Dios, os diré que, a pesar de que es preciso durante la plegaria apartar la mente de las cosas terrenales, cuando el Señor Dios, el Espíritu Santo nos visita y llega a nosotros en la plenitud de Su inefable bondad, es necesario, también, apartarse de la plegaria, suprimir la plegaria misma.
El alma en oración habla y profiere palabras. Pero en el descenso del Espíritu Santo conviene estar absolutamente silencioso, a fin de que el alma pueda escuchar claramente y comprender las revelaciones acerca de la vida eterna que El se digne descubrirle. Alma y espíritu deben encontrarse en estado de sobriedad completa y el cuerpo en estado de castidad y pureza. Así ocurrió en el Monte Horeb, cuando Moisés ordenó a los israelitas abstenerse de mujeres por tres días, durante el descenso de Dios sobre el Sinaí, ya que Dios es "un fuego devorador" (Heb. 12,29), y nada impuro, física o espiritualmente, puede entrar en contacto con El."
San Serafin de Sarov