SANTA MARÍA DE LAS MARAVILLAS DE JESÚS nació en Madrid, España en el año 1891; su padre llegó a ser embajador de España ante el Vaticano.
Su nombre de laica era María de las Maravillas Pidal y Chico de Guzmán, y era hija del segundo marqués de Pidal.
A pesar de ese linaje, Santa María de las Maravillas desde niña mostró siempre muchas virtudes cristianas, y se sintió llamada a la vida religiosa.Finalmente en 1919, a los 27 años de edad, ingresó en el monasterio de Carmelitas Descalzas en El Escorial, donde profesó dos años después.
Santa María de las Maravillas siempre sintió admiración por San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, y la espiritualidad de estos santos fue un modelo para su vida.
Luego de algunos años de retiro y soledad, su vida se volvió más activa. En 1924 fundó un monasterio de su Orden en el Cerro de los Ángeles, lo cual fue seguido de otras fundaciones.
Durante los años de persecución religiosa, la Madre Maravillas reconfortó con su ejemplo y con sus virtudes a quienes necesitaron de apoyo espiritual en esa difícil época.
Más adelante, la Madre Maravillas continuó con su labor de fundar monasterios carmelitas, destacando por su bondad y alegría, por su perseverancia en la labor misionera, y por regir su vida siguiendo el modelo místico de los santos de su devoción.
En el Carmelo de La Aldehuela, a los 83 años de edad falleció Santa María de las Maravillas de Jesús,era el año 1974.
Sus Pensamientos:
“La oración es, apartada de todo lo exterior e interior, dar rienda suelta a ese amor callado”.
“Sólo la oración nos puede salvar, y nuestra fidelidad en todo”.
“Bendito sea nuestro Dios, que nos dio a su Madre por Madre Nuestra”.
“A todo el que Dios prueba con tribulaciones, es señal de que le ama”.
“No está sola, puesto que tiene a Dios, que es todo suyo”.
“Lo sé por experiencia: cuanto menos es uno, más se encarga él de todo”.
“Busca el Señor almas vacías para llenarlas de sí”.
“¡Cuántas cosas pasadas...; pero Cristo no pasa!”
“Intérnese en ese Corazón de Jesús donde tiene hecho su nido y viva ahí, abandonada y segura, sólo para él”.
“Señor, cuando tú quieras, como tú quieras, lo que tú quieras; eso es lo único que queremos y deseamos”.