San Maximiliano Kolbe nació el 1894 en Zduska-Wola, en la Polonia central.
Tenía gran devoción a la Virgen, se le llamará el Caballero de la Inmaculada.
Todos los años peregrinaba a Czestochowa, donde se venera la Virgen negra de
Jasna Gora, la dulce Patrona de Polonia. Una vez, de niño, vio que la Virgen le
ofrecía dos coronas: la blanca, de la castidad, y la roja, del martirio. Con el
tiempo, aceptaría gozoso las dos coronas.
Vistió el hábito franciscano en Lwow. Estudió en Cracovia y en Roma. En
Roma fue ordenado sacerdote.Vuelto a Polonia, une una gran actividad a una
profunda vida interior. La devoción mariana impregnaba su vida.
"¡Todo por la Inmaculada!", decía.
Funda la Milicia de la Inmaculada.Edita el periódico "El Caballero de la Inmaculada".
Y adquiere tal volumen que construye un gran complejo,
cerca de Varsovia, en Niepokalanow "La Ciudad de la Inmaculada",
para facilitar la difusión.Años después,estuvo durante un tiempo como misionero en
Japón, creará allí estas mismas empresas.
Su libertad apostólica molestaba a los nazis que ocupaban Polonia desde 1939.
El Padre Kolbe es detenido y recorre varios campos de concentración.
El 28 de mayo de 1941 es trasladado a Auschwitz (en polacio, Oswiecim),
a 60 kilómetros de Cracovia.A finales de junio de 1941 se fugó un presidiario.
La fuga se castigaba con la muerte de diez compañeros en "el bunker del hambre".
El jefe de campo, Fritsch,los coloca en filas. Diez pagarán con su muerte la evasión. Señala uno de cada
fila. El N° 5.659, Francisco Gajowniczek, exclamó: "¡Ay! ¿Qué será ahora de mi
mujer y de mis hijos?".
El P. Kolbe no lo dudó. Se le había presentado el momento cumbre de su vida.
Pasar de las palabras a las obras. Dar la vida por el hermano. Dio un paso al
frente, que sería irreversible. Ante el pasmo de todos, se cuadra ante Fritsch y
dice: "Me ofrezco para morir a cambio de ese padre de familia. Soy sacerdote
católico". Fritsch da su conformidad -para él el hombre no era más que un
número- y ordena el cambio del 5.659 por el 16.670, que era el número del P. Kolbe.
Un escalofrío les conmocionó a todos.
El guardia que les encerró, les dijo sarcásticamente: "Ahí os marchitaréis como
tulipanes". Sólo la presencia voluntaria del P. Kolbe, dulce y alentadora,
representaba algún alivio en el bunker de la muerte. Rezaba con ellos, entonaba
salmos, les confortaba y preparaba a bien morir.
Después de tres semanas habían muerto ya todos. Menos el P. Kolbe, que
seguía vivo, apoyado en la pared y musitando oraciones. Pero su presencia les
estorbaba. El día 14 de agosto, el enfermero le inyectó una dosis de ácido
muriático para acelerar la muerte. Y fue al cielo, a celebrar la Asunción.
Pablo VI beatificó al P. Kolbe en 1971. Hubo en la beatificación un testigo de
excepción: el exsargento Francisco Gajowniczek, por quien el nuevo Beato había
realizado el acto supremo de ofrecer su vida.