María, mar de perfumes, irrupción del Espíritu Santo en la Tierra, soplo hecho materia lumínica. Milagro de la Divinidad en su Creación, un entender que todas las cosas se hacen de nuevo. Un nuevo hecho realidad. Si lo que está manchado puede quedar sin mancha, lo que no es puro puede devenir pureza. Así los que no creen pueden creer y los que creen no pueden dejar de hacerlo. Cuánto misterio en esta concepción, pero... cuánta concepción! Cuánta es necesaria para concebir el milagro de la fe. Porque la fe es un milagro, una gracia que viene y se instala o nace con uno o lo despierta a uno en algún momento, pero.... más allá de eso, todos somos los que no podemos acceder a esa concepción milagrosa de la fe. Uno u otro día esto sucede. Una y otra vez, la negación cierra paso a la fe. Esto de estar en la puerta esperando suena, tan, pero tan familiar. En la puerta esperando, porque todo milagro viene a nuestra puerta, si uno está fuera puede recibirlo. Salir de uno, su casa y esperar afuera. A veces encerrados en nosotros no podemos ver. No se trata de poder ver, sino de ser vistos, vistos para poder ser, para que el soplo sople en nosotros para que lo nuevo sea, para que sea la Luz en nuestras vidas, para ser. Estar afuera para llevar el ser adentro, ser "eso" el soplo de vida de la Fe. Afuera se obtiene y adentro se deposita. Toda una vida para aprenderlo, tenerlo, recibirlo, vale la pena esperarlo. Hasta el último instante puede obtenerse. Porque... la Fe es la vida que vence a la muerte y esto recién algunos podrán descubrirlo cuando cierren por última vez los ojos, pero... podrán descubrirlo... "Qué terrible es este lugar, es nada menos que la Casa de Dios y la Puerta al Cielo", esto es la Virgen María: Casa en la que Dios nació y Puerta de Salvación para el mundo. Quien cruce esa puerta cruzará un umbral, podrá entrar en otra realidad, La Realidad de Dios, en donde la imposibilidad no existe y en donde la impasibilidad hace nido. Dios Salve a María, la llena de Gracia!