En el año 335 se dedica la Basílica del Martyrion mandada construir por el emperador Constantino en el Gólgota, junto al lugar donde estuvo el sepulcro de Cristo.
El madero de la cruz es el trono donde el Señor reina, vence y salva; es objeto de veneración y preciosa reliquia que sostuvo el cuerpo del Salvador. Y que lo sigue sosteniendo.