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2015/08/30

Santa Rosa de Lima
virgen
1586 - 1617




"Patrona de América del Sur, de Perú, Filipinas, y Lima,
de los jardineros y floristas
auxilio en las disputas familiares; para pedir un buen parto, protectora contra las lesiones y el sarpullido"


Isabel Flores de Oliva nació en Lima (Perú) el 30 de abril de 1586, hija de Gaspar Flores y de María de Oliva. Fue bautizada en la Parroquia de San Sebastián en Lima por el sacerdote Antonio Polanco.
Recibió la confirmación en el pueblo de Quives de manos del entonces Arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo. Todos la llamaban Rosa porque según la tradición cuando era apenas una bebé su rostro se transformó en una rosa. Más adelante ella quiso llamarse Rosa de Santa María.
Rosa resistió por más de diez años la intención de sus padres de casarla y finalmente consagró su virginidad al Señor Jesús. Al cabo de unos años ingresó a la Tercera orden de Santo Domingo a imitación de Catalina de Siena.
A partir de entonces, se recluyó prácticamente en la Ermita que ella misma construyó, con ayuda de su hermano Fernando, en un extremo del huerto de su casa. Sólo salía para visitar al Templo de Nuestra Señora del Rosario y atender las necesidades espirituales de los más necesitados. También atendía a muchos enfermos que se acercaban a su casa buscando ayuda y atención, creando una especie de enfermería en su casa y luego ayudaba a fray Martín de Porres también santo.
Llevaba sobre la cabeza una estrecha cinta de plata, cuyo interior estaba erizado de picos, era una especie de corona de espinas.
Su amor por el Señor era tanto que cuando hablaba de Él, cambiaba el tono de su voz y su rostro se encendía como un reflejo del sentimiento que embargaba su alma.
Tiempo después, una comisión de médicos y sacerdotes examinó a la santa y dictaminó que sus experiencias eran realmente sobrenaturales.
Ya cerca del final de su vida, cayó gravemente enferma. Pasó los últimos tres meses de su vida en la casa de Gonzalo de la Maza, un contador notable del gobierno virreinal, cuya familia le tenía particular cariño. En este lugar se levanta el Monasterio de Santa Rosa de Santa María de Lima.
Murió a los treinta y un años de edad en las primeras horas del 24 de agosto de 1617, fiesta de San Bartolomé, como ella misma lo profetizó. El día de sus exequias y entierro, los devotos se abalanzaban sobre su cuerpo para arrancarle la vestimenta en busca de un recuerdo, aclamándola como santa.
Hoy sus restos se veneran en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Lima (Santo Domingo) con notable devoción del pueblo peruano y de América que visita la Capilla dedicada a su culto en el Crucero del Templo dominicano.
El Papa Clemente X la canonizó en 1671.